Motigo Webstats - Web site estadísticas gratuito El contador para sitios web particulares
Contador gratuito

miércoles, 4 de febrero de 2009

La Fabula del Perdón (Cuento Hindú)

Se reunieron todos  (los que están, que no son los que son)

Algunos acudieron desde lejanas tierras y esperaban alborozados el cómo se sacrificaría al Elefante Blanco de Baja Estatura, que se sabía que se iba a producir su sacrificio porque se anunciaba en múltiples crónicas de Apósteles Sagrados.

El Elefante Blanco de Baja Estatura penetró contundente al cubil, erecto de trompa y compungida la mirada, mentida y ocultos los colmillos. Suspiro, sorpresivo, se alzó sobre sus cuartos traseros y la erecta trompa troncal elevada hacia su propia imagen en mil retratos distintos, entonó enfática el “estáis todos perdonados”, el mismo que provocó en todos los presentes  (salvo al ermitaño del acento rural), un gritito típico y gutural, algo así como un “iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii”(léase in crescendo) que resonase nítido en una noche silenciosa y muy infinita.

Estáticos por el rapto de éxtasis, sobrecogidos por el paroxismo, observaron como el Elefante Blanco de Baja Estatura, elevó sus dedos al aire, al suelo, al centro del mundo, mientras exigía la fe de los presentes hacia su persona.

Las Tres Presencias del Rebosante Botox, asieron prontas, con delicada mirada, la erecta trompa del Elefante Blanco de Baja Estatura, y la ofertaron a los asistentes. Aquellos que fueron perdonados, tomaron la senda de las ovejas modorras y, al llegar a la trompa erecta, la besaron y lamieron, la vista perdida en la mirada aquiescente de las Tres Presencias del Rebosante Botox; mirada que devolvía a aquéllos la confianza porque se creen restituidos al devoto trabajo para el Elefante Blanco de la Triple Trompa Erecta.

Contentos, pero desconfiados, van turbados y silbando todos lo que están y maquillados de cremas pastosas, y se encaminan a la celebración que se organizó para hoy, alegrarse con algarabía de grandes luces por el retorno de la ovejas descarriadas al redil del corral diarreico, y se ensalza con una danza de bailarines de pasos falsos.

Mientras los otros danzan, quedaron solos el Elefante y su máximo discípulo enorme, en el redil o corral.

- No entiendo, maestro, la  razón por la que perdonáis a estos… (y calló)

- ¡Ay, hijo! Si lo supieses, serías inteligente y yo no ocuparía este lugar Brahamánico.

Continuaron su labor diabólica, ser perversos con quienes son críticos, en sacrificio a sus dioses dipavalínicos de mil brazos malabares.

No hay comentarios: