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martes, 15 de enero de 2008

Viva la liberación

He olvidado a concejales que les comunicaban la posibilidad de ser liberados y, de inmediato, les bailaban sus pupilas así fueran las de “marujitadíaz”. He entablado amistad con otros que, de inmediato, anulaban cualquier posibilidad de que alguien les otorgase la tal liberación, incluso, se ofendían. Habían sido elegidos para servir, sin más.
¿Por qué se producen tales distintas reacciones ante el mismo hecho? ¿Qué significa liberar?
Para los primeros, esos que chiribirean sus pupilas a la manera de “marujitadíaz”, liberar significa un sueldo. Creen que son exactamente necesarios, poseedores de una verdad potente, que les obliga a ponerla a disposición de la generalidad. Mas que electos de una corporación, se sienten, y se sientan, como técnicos y sabios, elementos imprescindibles, consejeros genuinos. El dinero que les proponen desde la corporación, evidentemente, es un pago, un salario, por esos consejos, por su sabiduría técnica.
Para los segundos, y para todos en general, liberar a un concejal supone una serie de escalones o grados a cumplir. Primero, e importante, la acción de ese concejal es políticamente incompatible con su trabajo. El concejal trabaja y la concejalía que rige le obliga a tomar decisiones que se entrometen en su horario de trabajo, y tiene que abandonar éste a cada instante, con el consiguiente menoscabo profesional. Incluso este menoscabo puede afectar a su acción política en la concejalía que rige. Se toma la decisión de liberarle, que abandone su trabajo, y se le compensa por ese abandono.
Liberar a un concejal es compensarle porque realice un trabajo político que, de otra manera, será imposible por incompatibilidad; el resto, es utilizar la corporación como una agencia de colocación, como una ETT.
Tras esta reflexión general, la gran pregunta: ¿Es necesario liberar concejales en nuestra Villa? La historia de las liberaciones habidas hasta el momento, indica que no. Los concejales liberados, según parece por la observación realizada, no hubieran necesitado la liberación para ejecutar únicamente lo mismo que sin liberar. Valga de ejemplo la legislatura 99/03, liberada la concejal de promoción y desarrollo, y entró en crisis la feria de la ribera, y no se consiguió sino un retroceso en la venta de parcelas industriales.
Incluso los Alcaldes que más acciones han realizado, o no estaban liberados o sólo se les ofertaba media jornada.

Aranda se ha transformado en las dos últimas legislaturas, en un gran museo callejero y al aire libre.
Las paredes de la ciudad de todos los edificios, dan buena prueba de lo dicho, cubiertas de firmas, dibujos y frases surgidas de los más dilectos eructos.
Las mejores firmas, las más rotundas, engalanan de florituras y con sus cinceladas formas, con encaracoladas contravolutas, lo que antes, no más, se significaba como una mera pared encalada y sucia o sólo enladrillada y desfigurada.
Las más bellas máximas proverbiales, se adentran, con finura y humor, en nuestras vidas, desde las paredes, y nos eleven a las más altas alturas de la nescencia, y nos conducen al gran y excelso recuerdo de todos los familiares del hacendoso artista/pintador de paredes.
Mas siendo, como son, inteligentes ocurrencias provocadas por la experimentación con el alcohol y otras sustancias que influyen en la percepción y la creatividad artística, ¡dios mío!, rematan al formar parte del refranero colectivo de nuestra Villa.
Aunque trascienda mi deseo en presentar alguna de las leídas como ejemplo claro de lo dicho y para que vosotros juzguéis la belleza plástica que vive implícita en su contenido, siendo todas como son de tal índole alpabarda, resulta enormemente dificultoso elegir a una sobre todas, y que los represente.
Pasead, pasead, vosotros por cualquier lugar, incluso a la manera de una carrera por etapas, y ved nuestra Aranda, vuestra Villa, sus paredes todas, para que juzguéis a buena conciencia, y así alcanzaréis a estar de acuerdo conmigo, desde luego o quizá.
Si al mirarlas o leerlas, no sentís ganas de bichofearlas, y de cortar los vuelos a las manos artísticas que los idearon y escribieron, de verdad, quedo que quedo.
En el deseo de todos, desde luego, se impresiona el que algún museo de esos que se apodan modernos y que se apiadan de todo aquello que resuena y restalla a marginal, a “perroymalabares”, aparezca por la Villa y nos compre las paredes o se las lleve sin más, gratuitamente, con sus pintadas y todo, y que en sus salas acondicionadas, se expongan para deleite de visionarios del arte del siglo XXI todos los muros de la Villa mía, y tuya.
O quizá nuestros concejalíes decidan proponer el pintador de paredes del año, y así concederle el zarcillo de oro al disparador del año, al que mejor maneja el bote con “ceefeces”, y se le pueda reconocer su enorme talento y probada maestría.Da grima que al resto de ciudadanos nos quede únicamente la química y el estropajo.