Aranda se ha transformado en las dos últimas legislaturas, en un gran museo callejero y al aire libre.
Las paredes de la ciudad de todos los edificios, dan buena prueba de lo dicho, cubiertas de firmas, dibujos y frases surgidas de los más dilectos eructos.
Las mejores firmas, las más rotundas, engalanan de florituras y con sus cinceladas formas, con encaracoladas contravolutas, lo que antes, no más, se significaba como una mera pared encalada y sucia o sólo enladrillada y desfigurada.
Las más bellas máximas proverbiales, se adentran, con finura y humor, en nuestras vidas, desde las paredes, y nos eleven a las más altas alturas de la nescencia, y nos conducen al gran y excelso recuerdo de todos los familiares del hacendoso artista/pintador de paredes.
Mas siendo, como son, inteligentes ocurrencias provocadas por la experimentación con el alcohol y otras sustancias que influyen en la percepción y la creatividad artística, ¡dios mío!, rematan al formar parte del refranero colectivo de nuestra Villa.
Aunque trascienda mi deseo en presentar alguna de las leídas como ejemplo claro de lo dicho y para que vosotros juzguéis la belleza plástica que vive implícita en su contenido, siendo todas como son de tal índole alpabarda, resulta enormemente dificultoso elegir a una sobre todas, y que los represente.
Pasead, pasead, vosotros por cualquier lugar, incluso a la manera de una carrera por etapas, y ved nuestra Aranda, vuestra Villa, sus paredes todas, para que juzguéis a buena conciencia, y así alcanzaréis a estar de acuerdo conmigo, desde luego o quizá.
Si al mirarlas o leerlas, no sentís ganas de bichofearlas, y de cortar los vuelos a las manos artísticas que los idearon y escribieron, de verdad, quedo que quedo.
En el deseo de todos, desde luego, se impresiona el que algún museo de esos que se apodan modernos y que se apiadan de todo aquello que resuena y restalla a marginal, a “perroymalabares”, aparezca por la Villa y nos compre las paredes o se las lleve sin más, gratuitamente, con sus pintadas y todo, y que en sus salas acondicionadas, se expongan para deleite de visionarios del arte del siglo XXI todos los muros de la Villa mía, y tuya.
O quizá nuestros concejalíes decidan proponer el pintador de paredes del año, y así concederle el zarcillo de oro al disparador del año, al que mejor maneja el bote con “ceefeces”, y se le pueda reconocer su enorme talento y probada maestría.Da grima que al resto de ciudadanos nos quede únicamente la química y el estropajo.
Las paredes de la ciudad de todos los edificios, dan buena prueba de lo dicho, cubiertas de firmas, dibujos y frases surgidas de los más dilectos eructos.
Las mejores firmas, las más rotundas, engalanan de florituras y con sus cinceladas formas, con encaracoladas contravolutas, lo que antes, no más, se significaba como una mera pared encalada y sucia o sólo enladrillada y desfigurada.
Las más bellas máximas proverbiales, se adentran, con finura y humor, en nuestras vidas, desde las paredes, y nos eleven a las más altas alturas de la nescencia, y nos conducen al gran y excelso recuerdo de todos los familiares del hacendoso artista/pintador de paredes.
Mas siendo, como son, inteligentes ocurrencias provocadas por la experimentación con el alcohol y otras sustancias que influyen en la percepción y la creatividad artística, ¡dios mío!, rematan al formar parte del refranero colectivo de nuestra Villa.
Aunque trascienda mi deseo en presentar alguna de las leídas como ejemplo claro de lo dicho y para que vosotros juzguéis la belleza plástica que vive implícita en su contenido, siendo todas como son de tal índole alpabarda, resulta enormemente dificultoso elegir a una sobre todas, y que los represente.
Pasead, pasead, vosotros por cualquier lugar, incluso a la manera de una carrera por etapas, y ved nuestra Aranda, vuestra Villa, sus paredes todas, para que juzguéis a buena conciencia, y así alcanzaréis a estar de acuerdo conmigo, desde luego o quizá.
Si al mirarlas o leerlas, no sentís ganas de bichofearlas, y de cortar los vuelos a las manos artísticas que los idearon y escribieron, de verdad, quedo que quedo.
En el deseo de todos, desde luego, se impresiona el que algún museo de esos que se apodan modernos y que se apiadan de todo aquello que resuena y restalla a marginal, a “perroymalabares”, aparezca por la Villa y nos compre las paredes o se las lleve sin más, gratuitamente, con sus pintadas y todo, y que en sus salas acondicionadas, se expongan para deleite de visionarios del arte del siglo XXI todos los muros de la Villa mía, y tuya.
O quizá nuestros concejalíes decidan proponer el pintador de paredes del año, y así concederle el zarcillo de oro al disparador del año, al que mejor maneja el bote con “ceefeces”, y se le pueda reconocer su enorme talento y probada maestría.Da grima que al resto de ciudadanos nos quede únicamente la química y el estropajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario