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jueves, 5 de noviembre de 2009

El cantar en España

En España sólo se canta, cuando coincide gente muy mamada.

Las canciones nunca se cantan porque permanecen en silencio hasta que todos los reunidos ante la mesa han alcanzado prestos el suficiente grado etílico des – inhibitorio, lo que les permite poner en marcha sus cuerdas vocales y bucales y su memoria “doremifasílastica”. Sólo entonces, por supuesto, a la mesa, y cuando se han consumido 235 botellas de tinto ribera, 164 de blanco albariño, y todo y el mucho champán de verdad más el güisqui del mundo, afloran a los labios de la gente reunida las primeras sílabas de las grandes canciones compartidas con el resto del mundo.

“Los borrachos en el cementerio…”

Si cantas antes de beber en exceso y sin limitación, pasas por loco, un orate más que sólo sabe de vates barrantes. Me ha ocurrido en múltiples ocasiones, cantar una canción así sin más, de buenas a primeras, por ejemplo, txori txoria, y me han tildado con la suerte de que loco este loco que canta solo.

Cantar los demás tras el beber sin fin y la agria borrachera, y se les agrada el oído con aquel dicho de dichosos “él que canta su mal espanta”.

El cantar en España es una cantar de borrachos (de poca gesta y mucho “nos gosta o vinho”) y, sin duda, son cantares compuestos por borrachos, cantos que se expulsan con nausea etílica de sus cuerpos como odres bacantes y vacantes.

En España sólo se “canta” ante un vaso de vino en la bodega más cercana o durante la cena. Ahí los amigos, dichosos amigos, se sacrifican uno a uno por servirte un vaso más, aquel que te ponga contento y te “suelte” la lengua: diarrea “vucal”. Es la única canción que a todo el mundo encanta.

Y yo no bebo, gracias a Dios, canto sobrio…

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